miércoles, enero 30, 2008

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PRINCESA HECHIZO Y ESPADA

Para Eduardo Gutiérrez de la Cruz

Nace la flor ladeada, hechizo y espada.
Lenta como risa lastima ecos.
Pregona, Cassandra, pena que sobre hombros vendrá.

Princesa rota de los hechizos
andante diurna de lo que sucede
mujer destrozada por fulgores
cuerpo tierra engendrado en azul
triste niña paseante adivinatoria
brazos culpándose cabeza
ojos rictus enfermos de alegoría
Lisi de los desvelos acunando almas
tiempo venoso de árbol
desgracias anochecían sobre tu pueblo
manos que contaron agua del transcurrir
Mariana Pineda de las visiones
sonido de piedras persecutorias
campo alegre en flor desvelo
rojo vestido de siglos perentorios
pirámides piedras pensamiento de lo venidero
adorno de plumas para tu reino
niña bien nacida cuna de brazos la Tierra
expande tus silencios por ruinas
nómbrate paz para los sueños
canta sin agonía al Sol
niña no enfermes de visión.

Se asustó la malvada lengua de los pueblos
los reyes olvidaron a su hija.
Katunes por llegar.

La niña ya no es más flor sino miedo
quien le ve corre para no caer por sus ojos
la niña mala anuncia la ruina de su pueblo
a esa mujer no le den cantos ni sacrificio
la peste se encarnó en su alma
cuenta malos presagios
reina no será por nuestras manos
¡ay! triste cabeza ensortijada de padecer
noche y día entrelazados por formas
niña de los vocablos
ojos de medusa
tanto horror no es posible
calma tu fiebre con yerbas
Ofelia de los sentidos
ibas a ser reina, algún malo donó su mal
regresa canto paseo y flor
no veas cuanto se ha de ver
sacrificio en corazón cantará tu pena.

El corazón no basta.
Cabeza contra piedra y piedra.
Las cuevas están llenas de su pensar.

Los reyes anuncian su olvido haciendo entrega
Tienen hija enquistada los dioses claman
¡ay! Freda por tanto querer ver
carne radiante bien plantada
muslos para retozar en juegos príncipes
vuelta languidez en letanía
elegía tu rostro pechos blandos de retrato
cabello con punta de muertos
arrostras siglos de inanición
cuánto cuentan tus ojos sólo extravío
niña regresa a tu sueño de nácar
viste tu vestido rojo para festejarte regreso
no se vaya tan lejos tu alma.

Llevaron la princesa a una cueva
vacíos sacerdotes y guerreros
apuntalaron su cabeza en una piedra
contra piedra su cabeza
roca y piedra cuentan su visión
las cuevas aún murmuran su aparecer.


Tanya de Fonz. Guadalajara, México 1976. Poeta y actriz. Ha publicado Jocabed y la ranura abierta (Plaquette. TAN-MAR Editores 2003, San Cristóbal de las Casas, Chiapas); Pequeño Panfleto en Gran Formato y Otras Cuartillas (Plaquette. TAN-MAR Editores 2003, San Cristóbal de las Casas, Chiapas); Indagación de lo correcto (Virtual. Crunch! Editores 2004, Baja California); De lo roto (Virtual. Crunch! Editores 2004, Baja California); y Ronda de muertos (Editorial Andrógino-Versodestierro 2005, Ciudad de México, D.F.). Ha participado en publicaciones colectivas. Es coeditora de la Editorial Andrógino y forma parte de las Compañías de Teatro El ojo lleno de dientes y la Escena Muda.

V+V+V+V+V+V



Antepasados

Un día más sobre las ruinas y mi locura será eterna.

No cierro por completo mis ojos
por temor a que me ataquen
los fantasmas de estos sitios.
Todo aquí tiene una piel transparente y viscosa
se mueve tan despacio que me da vértigo el movimiento
estático
que hace sombra de mi luz recuperada.

Una pluma más de quetzal y vomitaré todas las iguanas
y armadillos
todos los monos y los príncipes insepultos.
Una pluma más de guacamaya y vomitaré todos los
lagartos y garzas
todas las ceibas y cafetales, todas las escalinatas.
Una mancha más de jaguar y vomitaré los lugares
sagrados
todos los caracoles de río y todos los días del
calendario estelar.

Un día más sobre estas ruinas y comenzaré a tragarme
el cuento de nuestra grandeza en el pasado.
Como si no los viera llorar perdidos en los siglos.
Como si
nos los viera suplicar un poco de ayuda.
Como si no los viera buscar escorpiones debajo de sus
camas.
Como si no fueran los eternos cobardes a la muerte.

Grandeza ancestral mi pie sobre la roca.



De amor bajo la luna

En ese jardín donde no nos separaron como a Eloísa y
Abelardo
creamos el amor bajo el lado descarnado de la luna.
Las brujas me besaban mientras tú cerrabas los ojos
los duendes te besaban a ti y mis ojos huían
despiertos.

Dentro de la vegetación la noche era el monstruo
y ahí no llegaba el lamento del hombre
ni el de Tristán ni el de Isolda.
Dentro sólo llegaba el sonido del fraternal abrazo
entre
el vacío y el espanto.

No cometimos el error de nuestros primeros padres
que la piedra lleva en su memoria
y cuenta a las nubes sobre el primer jardín humano.

Y odiamos estar en estos cuerpos.
Y amamos el haberlos conocido.
Pues mi cuerpo es lo deforme del espíritu
y el tuyo la espina del alma.

Valiente aire nocturno consejero de amantes
tímida tierra espantada por el deseo.
Fuego que fue habla en el sudor de Eva
y Adán, hambriento de Lilith,
cuenta que cuenta la historia de Romeo y Julieta.

En ese lejano jardín de nuestra
historia
Novalis cantó a Sofía y Fausto a Margarita.

Entre simetrías de vuelo
Dante vio por vez primera a Beatriz,
Werther se suicidó
y yo te
agarré por la cintura como un demonio abraza
un sueño.

No puedo decir qué tan lejos estábamos de la
perfección.

Y odiamos tener boca y
sexo.
Y amamos el aprender a nombrarlos.
Pues mi sexo es la inspiración del caos
y tu boca el principio de mis palabras.

Es ese jardín lloramos nuestro nacimiento
que era el comienzo de nuestra muerte.

Y concientes del destierro
nos amamos entre tritones y sirenas
gárgolas y arpías
el dedo índice y el medio
entre Chiapas y el infierno.


Marco Fonz de Tanya (Ciudad de México, 1965). Coordinador de talleres literarios. Obra publicada: Los animales mal llamados hombres (1992), Intermedio absurdo en una función de medianoche (1994), Del hominem amorfo (1994), Cantos siniestros a Chiapas (1994), El ojo lleno de dientes (1994) y Los buscadores de Shavana-Lamar (Premio Estatal de Poesía Rodulfo Figueroa/Biblioteca Popular de Chiapas, 2002).